Mar de plástico.

Os presento a Mindy, otra de las protagonistas de «Nosotros, criaturas abisales«, que, como ya sabéis, es el nombre de mi primer proyecto literario. Mindy vive obsesionada con el suicidio de George, su marido. Intentando rehacer su vida, empieza a impartir clases de cocina en Winster Fade, un pequeño barrio residencial de Oklahoma. Mindy intenta controlarlo todo: su vida, sus recuerdos, las interrogaciones del porqué del suicidio de George y, sobre todo, ese oscuro secreto que nadie sabe. Sentada en el sofá de su casa de campo, Mindy espera intranquila a que llegue el momento. Todo está preparado. Su oscuro secreto está a punto de ser descubierto.

Como siempre, os adelanto un pequeño trocito de «Mar de plástico», otro de los relatos que espero que podáis leer muy pronto:

«Las farolas estaban apagadas. Mindy se paró momentáneamente en la entrada de la casa de campo y se quedó mirando aquellos cuellos quebrados sin luz que miraban hacia el suelo como si estuvieran castigados. El camino era empedrado y angosto en casi su totalidad. George nunca se molestó en asfaltarlo. Es más, George nunca se molestó en decirle que había comprado una casa de campo en las afueras hasta que, el día de la lectura de su testamento, su abogado le dio la noticia. El dolor de su muerte se mezcló con la sorpresa y la rabia de no entender por qué le había ocultado la presencia de aquella pequeña casa de campo. Aquel día Mindy se fue del despacho de su abogado con las escrituras debajo del brazo y miles de preguntas en la cabeza: ¿habría usado George aquella casa como una casa de caza?, ¿la había estado usando para engañarla con Jodie?, ¿había sido, simplemente, una escapatoria para su agonizante matrimonio?, ¿por qué demonios se habría suicidado? En un primer momento Mindy quiso venderla. Juró y perjuró que nunca pondría los pies en ella pero, finalmente, la visitó y decidió quedársela. Como si, de esa manera, algún día pudiera descifrar las miles de incógnitas que tuvo su matrimonio con George«.